Este año mi amiga Angélica, Bizcochos y Sancochos me ha invitado de nuevo a la tercera edición de su reto Parrandón Navideño. La temática es cocina familiar o regional navideña y desde el 1 al 8 de diciembre, iremos publicando recetas navideñas y ella las colgará en su blog. El año pasado preparé una receta salada que fue un éxito en casa, la Merluza en salsa de sidra. Si pincháis en este enlace durante esta semana, Angélica irá colgando todas las recetas del reto.
Es mi segunda participación y con lo que me gusta cocinar recetas familiares, he elegido una muy especial. Es especial porque desde que recuerdo, mi tía Carmen nos preparaba estas galletas en las vacaciones navideñas. Mi tía ya ha estado en mi blog, ella, su recuerdo y su cocina. Tal vez, mi pasión por la cocina la heredé de ella, porque en mi familia, a nadie le gusta cocinar. Os recuerdo u os presento sus Huevos al nido de tía Carmen, sus Rollitos de gaseosa de tía Carmen y su rica Naranja al horno con almendra y jengibre. Todas hablan de su persona y de historias culinarias vividas junto a ella.
Cualquiera de estas recetas es mucho más fotogénica que la que os propongo hoy, pero he querido que forme parte de este Parrandón Navideño porque está enlazada a muchos recuerdos que nunca más se repetirán. También, debido a esos recuerdos, he decidido no decorar las fotos con motivos navideños, sino sólo con las galletas y con una hoja seca. Os explico:
En Navidad cuando era pequeña, como en muchas otras casas, montábamos un Belén. No sé qué habrá sido de todas aquellas figuritas, pero recuerdo perfectamente aquellos días navideños y todo el proceso en el que nos involucrábamos las niñas.
Mi abuela era la que se encargaba de montarlo y nosotras le ayudábamos. El Belén era bastante grande y no sólo incluía figuras, también un fondo de papel pintado simulando montañas, ramas y hojas de todos los tipos y colores.
Salíamos con ella al campo, que estaba bien cerca de casa y volvíamos cargadas con musgo verde brillante, poblado de gotas de rocío; ramas gruesas y finas, algunas con líquenes, pequeñas piedras que recogíamos para formar el río, porque en aquella época, no teníamos papel de plata, por eso, colocaba un trozo de plástico, rodeado de piedrecitas y cubierto de agua.
De entre todas las hojas recogidas, una me gustó especialmente. Era más grande que las demás y su forma me llamó especialmente la atención. La cogí y me la guardé en el bolsillo del abrigo con cuidado como si fuera un tesoro.
Al llegar a casa, entré corriendo a la cocina porque reconocí en seguida el olor que provenía del horno. Era algo con almendra, seguro, pero necesitaba comprobar que no me había equivocado. Y no me equivocaba. El artefacto tan raro para mí, que utilizaban para moler almendra y para picar carne (entre otras cosas), ya estaba enganchado al mármol de la mesa y había trabajado de lo lindo esa mañana.
Dos tortadas de almendra esperaban sobre la mesa de mármol a ser caladas y adornadas, "pastissets" de boniato ya listos, almendras con y sin piel ya molidas. Pillé rápidamente un "pastisset" y lo mordí quemándome la lengua porque estaba muy caliente. Tía Carmen me regañó pero no le dio tiempo a nada más porque enseguida saqué la hoja del bolsillo y se la enseñé. Me alegré porque le gustó mucho, pero me dijo que no servía para el Belén, sin saber que yo no tenía ninguna intención de colocarla allí.
No la pudo ni
tocar porque entre las manos tenía la masa de las galletas de almendra que
siempre hacía con la almendra que le sobraba después de hornear las tortadas.
Disfrutábamos de ese bocado cada Navidad y desde entonces, aprendí a
prepararlas. Dejé mi hoja sobre la mesa, me lavé las manos y empecé a coger
masa para formar las galletas. Tanto me involucré, que olvidé la hoja el resto
del día y me dediqué a ir cogiendo una galleta con disimulo, cada vez que me
pasaba por la cocina. Y es que esos bocados, eran un vicio.
Ingredientes
- 100 g de azúcar de abedul o de azúcar
- 200 g de almendra molida con piel
- 2 claras de huevo de gallinas felices
- ½ cucharadita de postre de canela (opcional)
- 20 g de piñones + piñones para adornar
*una bandeja de horno
*una hoja de papel sulfurizado
Antes de empezar…
- Separar las claras de las yemas. Reservar.
- Forrar una bandeja de horno con papel sulfurizado.
- Precalentar el horno a 150º.
Preparación en TMX 5
- Poner el azúcar de abedul o el azúcar en el vaso. Programar, 10 segundos, velocidad 5.
- Agregar la almendra molida, los piñones y la canela. Programar, 10 segundos, velocidad 5.
- Agregar las claras de huevo y programar 20 segundos, velocidad 5. Tiene que quedar una mezcla blanda.
- Con la ayuda de la espátula, pasar la mezcla a un bol.
- Con la ayuda de la cucharita, coger porciones de masa, colocarlas sobre el papel sulfurizado y adornarlas con piñones.
Preparación tradicional
- Si no tenemos la almendra molida, triturarla en un procesador o en un molinillo de café.
- Agregar la almendra molida, los piñones y la canela. Triturar de nuevo.
- Pasar la mezcla a un bol y agregar las claras batidas, pero sin llegar a punto de nieve. Mezclar bien hasta obtener una mezcla blanda.
- Con la ayuda de la cucharita, coger porciones de masa, colocarlas sobre el papel sulfurizado y adornarlas con piñones.
Horneado
- Introducir la bandeja en el horno y hornear durante 30 minutos a 150º, ventilador. Tienen que quedar blandas, pero sin que se deshagan.
- Dejar que se enfríen y colocarlas en una caja metálica.
Notas:
- Se puede utilizar almendra blanca molida.
- Es importante no pasarse con el tiempo del horneado para que no queden muy secas. Al enfriarse se endurecen.
- Si queréis probar mis Pastissets de boniato caseros, pinchad aquí para los que llevan azúcar y aquí, para los que no.
- Y como estas galletas son una receta de reciclaje, también la voy a colgar en mi proyecto, 1 +/- 100, desperdicio 0.
Bon profit!
Qué bonitos recuerdos Marisa y los bocaditos deliciosos, como todo lo que lleva almendra.
ResponderEliminarBesos
Marisa siempre nos quedará un bonito recuerdo que nos haga felices, aunque la felicidad sea tan efímera y a la vez deliciosa como tus galletitas, que seguro saben a “las manos” de tu tía Carmen, que seguro ponía todo su amor al hacerlas para sus niñas.
ResponderEliminarBesos y disfrutemos este bonito Parrandón.
Preciosa historia...Las navidades de cuando eramos niños no se pueden igualar jamás. Todos alrededor de la mesa, hablando y comiendo lo que se preparaba en las cocinas de nuestras abuelas. ¡Que recuerdos tan bonitos! Estoy segura de que tus bocados de almendras contarán con la aprobación de tu tía. Un beso!
ResponderEliminarHola Marisa, la historia que acompaña tus bocaditos me ha gustado tanto como ellos, es curioso cómo actúa la memoria recordando pequeños momentos que se quedan grabados y nos sacan una sonrisa. Este año el parrandón nos va hacer añorar más de uno, pero ahí están para evocarlos cada vez que preparemos una receta tan especial como lo han sido para ti estos ricos bocados de almendra.
ResponderEliminarUn beso.
Vaya historia más bonita!! Si es que tienes siempre tanto que contarnos, que podríamos estar una eternidad escuchándote, y sin aburrirnos :).
ResponderEliminarLas galletitas son un bocado de cielo seguro!!.
Este parrandón está este año que se sale de rico y variado!!
Besotes!! Y te echo de menos :(
Precioso recuerdo de las navidades familiares, qué diferentes eran cuando nosotros eramos niños a las de ahora! Me han encantado tus galletas, que a buen seguro prepararé pues tengo almendras recolectadas por mí en gran cantidad, así que con tu permiso me llevo la receta. Bss
ResponderEliminarQue deliciosas galletas, tanto como la historia familiar que nos cuentas!! me encantan las recetas familiares y tradicionales. Bs.
ResponderEliminarHola Marisa!! Comoe gustan estas historias, y sobre todo, saber que son historias ciertas, vividas y que de esas vivencias, siempre nos vienen otros recuerdos.
ResponderEliminarRiquísimos estos bocados, y también me gusta precisamente que sean de bocado o dos como mucho, soy de pequeños bocados, ya sea en repostería como en en salado.
Pues hace un año que conocí tu blog a raíz del Parrandón, así que me encanta haberte encontrado de nuevo en él. Besitos.
Hola Marisa
ResponderEliminarLa almendra le da un sabor especial a los postre y el olor del horneado me transporta como a tí a momentos especiales.
Estos bocados saben mejor con recuerdos como el tuyo, me encanta.
besitoss
Una lástima que el aroma no pueda traspasar pantallas porque estoy segura de que estos bocados de almendra tienen que oler para caerse de espaldas.
ResponderEliminarPreciosa la historia de esa hoja que explica tan bien la ambientación de tus fotos. No sé por qué pero los mejores recuerdos que se guardan siempre son en una cocina o en torno a una mesa ¿verdad?
Da un poco de pena saber que situaciones así no se van a repetir, pero al menos tenemos los buenos recuerdos ¡que la vida es así!
¡Besos mil!
Preciosa historia Marisa, he vuelto a mi infancia...Y solo tu dices que las galletas no son bonitas, a mi me parecen unos bocaditos preciosos! Estupenda aportación al parrandón!
ResponderEliminar¡Hola Marisa! Se ven deliciosos... a mi me vuelve loca todos los postres que lleven almendras... asi que me tienen que encantar estos bocaditos de tu tía Carmen.. Besos
ResponderEliminarMarisa, estos dulces son una maravilla de la tradición popular, estos dulces que solo los hacemos en navidad sin saber muy bien el porqué. Los recuerdos de las navidades no son siempre felices pues falta mucha gente querida y eso siempre te da un punto de nostalgia o tristeza.
ResponderEliminarTe han quedado preciosos estos bocaditos. Por cierto, cada vez me cuesta más encontrar buenos piñones hay algunos de Cina que son para tirárselos por encima para que vean que no saben a nada de nada. E casa tenemos muhos pinos piñoneros, pero cuesta tanto sacar los piñones que la mitad los pierdo o directamente entran y me roban las piñas. Así, que acabo comprando lo que pillo, generalmente para matarlos de malos. Menos mal que con las almendras no nos pasa nada raro.
Buenos dulces para la propuesta de nuestra amiga Angélica.
Muchos besos
Marisa que hermoso relato, sabes que cuando vi tu foto vino a mi mente esas piedritas que encuentras a la orilla de la playa? yo soy de una isla en el caribe (La isla de Margarita) y creeme que hasta la hoja donde pusiste el bocadito es exacta a esa hoja de uva de playa que recuerdo de nina.
ResponderEliminarWaoooo que belleza lo que puede lograr una receta en uno, mil gracias por la bienvenida :D estoy encantada de conocerlas. besos
Hola Marisa! Feliz de tenerte en el parrandón. Ya te había comentado qué hermosa esta hoja parece como nacarada y los bocaditos deben ser deliciosos.
ResponderEliminarDefinitivamente la comida nos transporta, los olores y sabores nos conectan con momentos vividos.
Leyendo tu relato es como repasar la historia de mi niñez en la navidad, nosotros también hacíamos (y todavía se hace en mi casa en Venezuela) el Belén (nosotros le decimos pesebre) con papeles de colores haciendo de montañas, musgos (que ahora han prohibido que se recolecte ya que es perjudicial a las nacientes de ríos y quebradas) palitos, casitas hechas de cartón, figuritas, todo es maravilloso y será de mis recuerdos más hermosos en estos días...
Gracias por esta historia, los recuerdos y esta bella receta!
Mil gracias nuevamente por unirte al parrandón y desde ya invitada al del próximo año! Besos!!
Como siempre es un placer venir a visitarte preciosa historia , asi como esos bocados de almendra que pena no poder meter la mano e ir dando cuenta de alguno mientras te leia.
ResponderEliminarTe han quedado de relujo y seguro estan de rexupete uuummmmmmmmmm.
Como siempre receta y fotos son de 20 points.
Bicos mil y feliz finde wapisimaa.
Hola Maria, como siepre vengo tarde pero lo importante es llegar. ¿No te parece?. Estas galletas huelen a navidad, a tu casa ya tus recuerdos , Lo bueno perdura para siempre y es con lo que hay qedarse siempre. No estoy de acuerdo contigo, me han encantado las fotos pues tú lo haces todo bonito. Un beso preciosa, feliz parrandón!!!
ResponderEliminarQue divinos estos bocados de almendra. Existen en esos momentos de niños que se quedan sellados en nuestra mente y nos traen una sonrisa cuando los traemos a nuestro presente. Eso es lo que tiene compartir recetas, que son tan sencillas, pero que tienen tanta historia, y nos hacen recordar que en la sencillez están los mejores placeres de la vida, los que más se disfrutan y se recuerdan con alegría.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz parrandón!
Marisa aquella historia me hizo como retroceder el cassette e imaginarte de pequeña con tus primas y tu tía, que bellos recuerdos que te han marcado sin duda porque nos lo compartes con todo detalle, ese quemón en la lengua y luego rápidamente a distraer a tu tía con esa hoja tan bonita que debió ser. Pues has plasmado ese momento y me encanta poder compartirlo, queda en mi mente y me parece precioso, cada uno de esos tantos momentos que nos marcan y dejan huellas imborrables que traspasan años y que heredamos de cierta manera, a tu tía se nota que le tienes especial cariño por todo lo que aprendiste con ella, que bonito.
ResponderEliminarAhora de la receta, me recuerda un poco las últimas galletas que hice de Cerdeña, quizás la clave está en no dejarlas mucho tiempo, las guardo como reliquia porque las almendras me fascinan, la canela ni que decir y tus recetas sencillamente me enamoran siempre.
te mando un beso grande!!! y feliz parrandón ;)
Que bonitos recuerdos nos traen los dulces tradicionales de estas fechas Marisa, todos nos recuerdan momentos familiares entrañables. Estos bocaditos tienen que estar buenísimos, me encantan todos los dulces que llevan almendra....y las fotos están preciosas, no les hace falta nada más!!
ResponderEliminarUn bst guapa.