Cuando el viento soplaba de poniente, nadie nos libraba de escondernos en casa, especialmente en las horas de la siesta. El resto del día, la manguera con agua helada era la mejor ducha que nos revitalizaba el cuerpo. Jugábamos a mojarnos unas a otras para después tumbarnos a tomar el sol untadas con aquella crema Nivea que valía para todo. Eran días de verano, de vacaciones y despreocupaciones. Entonces no se hablaba de olas de calor, ni de cuánto tiempo tardaba una bandeja de cubitos de hielo en derretirse bajo el sol de Zaragoza. Sabíamos muy bien que una “ponentà” duraba tres días en aquella tierra de secano.
Las cigarras estridulaban mimetizadas entre las ramas de los árboles, por las noches, eran los grillos machos, los que con su sonido chirriante atraían a las hembras. Todos ellos componían, junto a las risas, gritos y correrías, la banda sonora de aquellos inolvidables veranos en el campo.
La casa estaba muy cerca de las vías del tren y cuando pasaba el de mercancías, mis hermanas salían a saludar al maquinista que, previamente había pitado para avisarnos. Como era la mayor, ya no me gustaba participar de ese ritual y prefería quedarme en la cocina con tía Carmen, en silencio y con solo verla, iba aprendiendo casi todo de la cocina familiar.
Aquel día, el moño alargado que llevaba pegado a la nuca, se le había deshecho un poco, pero ella andaba como siempre ajetreada en su no parar diario y ni se daba cuenta. De vez en cuando, con el antebrazo, intentaba alejar de la frente los cabellos que le molestaban, tarea imposible en aquel momento. Su cara arrugada emanaba bondad y su ternura sempiterna contrastaba con el negro pegado al cuerpo, ligeramente aliviado por unos delantales muy oscuros con rayas blancas casi imperceptibles.
Del horno ya encendido se desprendía el delicioso y tan característico olor a pan horneándose. Le sobró bastante masa y me dio un poco para que fuera aprendiendo con ella. Como tenía suficiente, me preguntó si hacíamos una Coca de aceitito y sal y yo asentí sin dudar. Esa receta era una de las reinas de nuestros veranos y la mejor forma para usar la masa sobrante. Empezó a extenderla sobre la mesa de mármol, pero se resistía y entonces se untó las manos con aceite. La levantaba en el aire adrede para hacerme reír y que la copiara y sí, me moría de la risa, pero a mí se me caía sobre la mesa. Tras repetir este proceso varias veces, todo estaba ya listo para terminar de elaborar la coca.
De repente y por sorpresa, mi hermana apareció por la cocina, se acercó y me dio un pellizco en el brazo, tan fuerte, que me hizo gritar al tiempo que salí corriendo tras ella y cuando la agarré, se lo devolví, pero en el culo, dejándole una buena marca, mezcla de harina y aceite. Aquello se ponía negro y mi tía tuvo que intervenir. Se lavó las manos como pudo y nos buscó. Cogió a cada una del brazo y nos llevó a la cocina. Una vez allí, colocó un taburete al lado de la mesa para que se subiera mi hermana y así pudiera llegar mejor. Después, nos dijo:
- Empezad a dar pellizcos a la coca y chitón.
Nos miramos las dos y como si no hubiera mañana, nos pusimos a pellizcar la masa sin parar. Mi hermana siempre fue mucho más bicho que yo y claro, no tenía suficiente con pellizcar la masa, por eso, cuando pensaba que mi tía se había distraído, desviaba la mano de la coca y me devolvía el pellizco en mi trasero, como no podía ser menos.
Como tía Carmen ya se había convencido de que su método para relajarnos, no había tenido demasiado éxito, nos hizo parar y sacó a mi hermana de la cocina, debía estar tan hartita que ni se le ocurrió volver a dar forma a la masa. Pasó aquella coca tan rara a la bandeja, vertió por encima un buen chorreón de aceite, espolvoreó sal y la llevó al horno.
Más de una tarde le pedíamos repetir y ella, tan buena como era, nos dejaba advirtiendo que si no nos comportábamos, sería la última vez. Desde entonces, esta coca quedó bautizada como la “Coca de pessiguets”. Una vez fría, incluso sin que se enfriara del todo, nos la comíamos en un santiamén con longaniza de vuelta que se hace en mi pueblo o a mordisco limpio. Se hizo famosa más por el nombre, que por la receta, pero es que eso de los pellizcos, no terminó después de aquella sofocante tarde de verano.
El nombre de esta coca me trae recuerdos especiales que alimentan mi vida en estos momentos. Vuelve al blog mi querida tía Carmen, la tía abuela, de la que ya he hablado y publicado recetas con todo el cariño.
Os recuerdo los Huevos al nido y os los recomiendo, porque en casa siempre nos los hacía en verano. También, los Rollitos de gaseosa porque pueden disfrutarse a toda hora. Éstos últimos, me gustaría repetirlos con azúcar de abedul porque utilicé tagatosa y el resultado es peor.
En la coca he aprovechado la harina de kamut que me envió mi amiga Milia, Cousas de Milia. A ella y a mí hermana, les dedico esta coca. Procedente del trigo tipo Khorasan, el kamut es una variedad antiquísima de trigo, que ya se cultivaba en Mesopotamia y Egipto desde hace más de seis mil años. Posee un alto contenido en proteínas y minerales, especialmente selenio, zinc y magnesio.
Los panes elaborados con esta harina, tienen una miga alveolada y un sabor inconfundible. En esta coca, la miga también es alveolada y como dejé la masa leudar en frío, se favorece el formado de los alveolos. Como la masa es irregular, se pueden ver los alveolos en los trozos más gruesos.
Espero que os guste mi historia, a mí me ha emocionado y es que últimamente, estoy muy sensible.
Ingredientes para 2 cocas alargadas
- 100 g de harina de trigo gallega molida a la piedra
- 400 g de harina de kamut gallega molida a la piedra
- 25 g de aceite de oliva virgen extra
- 4 g de levadura fresca de panadería
- 250 g de agua mineral
- 10 g de sal
Preparación en TMX
La tarde-noche de antes.
- Poner en el vaso el agua. Si no hace calor, programar, 1 minuto, 37º, velocidad 1.
- Agregar la levadura y programar, 6 segundos, velocidad 4.
- Incorporar las harinas. Programar, 1 minuto, velocidad espiga. Cuando termine el tiempo, quitar el cubilete y volver a programar, 1 minuto, velocidad espiga. La masa debe estar lisa y homogénea.
- Formar una bola y pasarla a un bol untado con un poco de aceite. Taparlo con un film transparente untado con un poco de aceite e introducirlo en la nevera durante toda la noche.
Preparación tradicional
La tarde-noche de antes.
- Mezclar la harina con el aceite y un poco de agua tibia en el que se ha disuelto la levadura.
- Agregar poco a poco el resto de agua, salar y trabajar la masa hasta que esté lisa y homogénea.
- Formar una bola y pasarla a un bol untado con un poco de aceite. Taparlo con un film transparente untado con un poco de aceite e introducirlo en la nevera durante toda la noche.
Formado
- Al día siguiente, sacar el bol de la nevera y dejar que la masa se atempere como mínimo una hora.
- Desgasificar la masa y dividirla en dos piezas iguales.
- Untar bien las manos con aceite e ir amasando la masa para que se vaya impregnando del aceite. La masa es pegajosa, pero al trabajarla con las manos untadas en aceite, se manejará muy bien
- Estirar la masa en el aire con las dos manos, volverla a enrollar y repetir la operación varias veces.
- El trabajo de estirarla se hace siempre en el aire. Mientras se estira, se le va dando forma. Yo las hago largas y rectangulares.
- Colocar la masa sobre la bandeja y con la punta de los dedos ir dándole pellizcos. La masa quedará más fina en unas partes y más gruesa, en otros. Se formarán pequeños picos. Espolvorear con sal. Yo la hice sin sal alguna.
- Volver a repetir los pasos con la otra bola de masa.
- Colocarlos sobre la bandeja de horno dejando una separación entre ellos.
Horneado
- Hornear a 200º, durante 10 minutos calor abajo y 20 minutos más, calor arriba-abajo. El tiempo de horneado dependerá del tipo de horno y de lo dorada que la queráis. No la quería muy dorada.
- Servirla fría.
Bon profit!
Bon profit!
Tu relato acerca a la memoria todos los veranos vividos, menos por la coca, lo demás es idéntico, pues anda que no hemos tenido calor, y mosquitos, y noches al fresco, y tias abuelas, aunque las mias no eran tan mañosas en la cocina. Tu coca es para probarla, con esa harina kamut y ese aspecto pellizcado tan apetecible, con poco que la acompañes ya está buenísima. Estas recetas son muy vuestras, al menos en casa no se ha tenido costumbre de hacerlas, es un lujo que las muestres aquí con todo detalle. Lujo de blogueras cocineras.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Marisa, la coca tiene que estar buenísima con el kamut, de pellizquito en pellizquito ya te digo que me la termino.. jeje. Noches de verano... como ha cambiado todo :)
ResponderEliminarBesos.
Hola Marisa que relato más bello y real me meto en tu blog para leer la receta de tu coca y termino emocionada recordando mis veranos , mis siestas en el pasillo de mi casa más fresquito que el resto de habitaciones y con mi hermana peque pellizandonos entre risas y por las noches compartiendo entre todos unas riquisimas sopas de leche con Canela recién sacadas de la nevera hechas por mi adorada madre ,humildes pero ¡que ricas estaban¡ gracias de corazón por el regalo que nos has hecho compartiendo tan bellas y sencillas vivencias un cariñoso saludo
ResponderEliminarLucia
Qué bonito relato Marisa. Creo que todos los amigos de tu cocina hemos visto reflejados los veranos de nuestra infancia en tus palabras y han venido a nuestra mente correrías similares.
ResponderEliminarGracias por compartir con nosotros estos recuerdos tan bonitos y plasmarlos con tan bellas palabras. Y por supuesto gracias por abrirnos una nueva ventana a la cocina de tu familia con esta coca que me ha parecido de lo más bonita del mundo.
Ahora el verano no es verano si no se hablan de olas de calor, pero es que el verano es precisamente eso ¡pasar calor!
¡Besos mil!
Marisa , que buena pinta , me encanta
ResponderEliminarbesinos
Querida amiga q agradable está esta entrada me ha encantado saber de esos preciosos verano de tu niñez he disfrutado leyéndote q hermosos recuerdos parece q estaba en ese lugar Y q decirte de esta coca con esas harinas especiales q yo no he tenido la suerte de probar pero q tienen q ser un tesoro Mil besicos preciosa Te quiero
ResponderEliminarCuantos recuerdos bonitos....y cuanta añoranza. Pellizco a pellizco me comería esta coca. bsinos wapa
ResponderEliminarQuerida Marisa, ¡Qué bonitos recuerdos! Y qué bien que lo rememores cada vez que hagas una Coca tan especial, y única. Bueno sabes que por aquí las cocas no son algo típico, pero las hacemos desde que nos hicimos mayores y fuimos adquiriendo conocimientos de otras culturas gastronómicas. Por eso me encantaría hacerla este Agosto cuando mi hermana Pilar venga de vacaciones, ella es la de las masas y los panes, y es cuando viene cuando yo me animo a hacer algo parecido, bueno al menos lo intento, Jajajaja.
ResponderEliminarCuando lea Pilar tu historia le encantará, ya te contaré si la hacemos, pero al menos la disfrutaré mientras te leo, aunque estoy desconectada, no me podía perder este post, al verlo en. Facebook, sabía que me encantaría. Por cierto, increíble pero cierto, ya tengo mi primer post redactado para mi regreso en Septiembre, y también cuento algo de mi infancia, y es que la vida está llena de recuerdos, y qué mejor que quedarnos con los buenos, los malos ni siquiera se nos han de pasar por el pensamiento para que así tengamos la sensación de que no sucedieron.
Hoy estoy un poco , bueno un mucho, tontorrona y me has hecho sentir mejor. Gracias, por regalarnos tus bonitos recuerdos.
Besos, disfruta un buen fin de semana.
Que historia más bonita y además de contarla muy bien, se nota que la recuerdas con mucho cariño, como todo lo relacionado con tu tía Carmen, no hay más que leer las entradas en las que hablas de ella para darse cuenta. Y me encanta el nombre de la coca.
ResponderEliminarUn beso.
Es un relato precioso, que nos regresa a la infancia/adolescencia de los veranos de pueblo.un abrazo.
ResponderEliminarMarisa, no sé que me gusta más si el relato o tu coca. Preciosos recuerdos tan bien escrito, tan descriptivo, tan cercano, me parece ver a esa “bicho” subida en el taburete intentando pillarte para darte el pellizco. Me imagino tus bonitos recuerdos en el pueblo, yo no tengo pueblo donde ir, no tengo pueblo de infancia, me refiero. Siempre he vivido en grandes ciudades y creo que nunca podría escribir un relato corto tan bonito como el que has hecho.
ResponderEliminarUna pregunta, ¿esta coca se llama así genéricamente o solo en tu familia?.
Me guardo la receta, seguro que nos gusta pues me recuerda mucho a nuestra focaccia genovesa
Mil besos y feliz finde (en Cádiz, fresquito fresquito por el viento de poniente)
Patty, en la comunidad valenciana, Baleares y Cataluña, hacemos cocas saladas de muchas formas.
EliminarLas cocas son masas de pan que llevan leche, cerveza, aceite, dependiendo de la zona, la coca, la casa e incluso, quien la hace.
He visto cocas adaptadas por chefs, que no me gustan nada.
Ésta es una masa de pan con forma de coca y tal y como cuento, de mi familia.
Besos.
Gracias por esta entrada que nos regalas llena de sentimientos a flor de piel guardados en la piel de la memoria , floreciendo y renaciendo con cada pensamiento.
ResponderEliminarUn fantástico homenaje a tu tía y que estoy segura que a tu hermana la habrá emocionado .
Y es que estos recuerdos de infancia y de veranos despreocupados , llenos de risas , trastadas , familia y amigos van tatuados siempre en nuestro corazón.
Me llevo un trocito de esta rica coca con historia.
Un abrazo Marisa.
las recetas están ahí, en cualquier libro, en cualquier blog....pero ésta tuya, como todas, tienen unos ingredientes especiales que me cautivan: sentimientos, vivencias, historias, añoranzas.....éso no todo el mundo lo añade a la hora de escribir como preparan sus platos. Así que los que tu nos propones son muy especiales.
ResponderEliminarMe encanta este pan a "pellizquitos" como decimos en Málaga.
Esto, más que escribir sobre cocina es ESCRIBIR. vaya relato hermoso. Yo, que no entiendo de cocina, me he quedado mimetizado con la historia. De que manera tan ágil has llevado el relato a la coca. Es un placer leerte. Enhorabuena
ResponderEliminarQue bonito todo, Marisa :) En un momento me he visto en esa cocina con vosotras :) Y también comiendo tu coca con longaniza. ¡Me encantas!
ResponderEliminarBonitos recuerdos Marisa y una coca que no conocía, debe estar bien rica. Bsotes guapa!
ResponderEliminarQué bonita historia Marisa!! y que traviesas de pequeñas...es bonito plasmar esos recuerdos en esta deliciosa coca!!Me ha encantado!! Bs.
ResponderEliminarMi Marisa sigo por aquí y es que tú me la pones tan placentera con cada receta y cada párrafo que voy leyendo recreando cada escena y aquí aún con frío me trasladé por un rato hacia aquellas épocas, me vi con un vestido fresquito correteando contigo y tus hermanas, hasta persiguiendo a tu abuela buscando avisperos jajajaja que me parecería loco pero la acompañaría sin duda.
ResponderEliminarMe alegra leer esta lectura costumbrista deliciosa de esas épocas de verano a la fresca, sentir el aroma de la tierra húmeda y claro a tu tía con tantas herencias culinarias deliciosas. Esta coca con sus pellizcos y recuerdos me gusta mucho, me llevo un trocito y voy por más...
Hola soy bastante novata con el pan,me podrias decir la harina de kamut cual es y donde la venden,muchas gracias
ResponderEliminarHola, pues si eres novata, esta receta no te costará porque es fácil y no deja de ser un pan plano.
EliminarComo a mí la harina de kamut, me la envía una amiga de Galicia, te dejo el enlace de Amazon por si la quieres comprar ahí. https://amzn.to/326lZcW
Se conoce como harina de Kamut o Khorasan a la harina que se obtiene de una subespecie de la variedad de trigo Triticum turanicum, de hecho, sería más acertado llamarla harina Khorasan. Tiene gluten y es apta para todo tipo de elaboraciones, con él se pueden hacer galletas, crepes, bizcochos, rebozados… e incluso pan, pero en este caso, se recomienda combinarla con trigo tradicional, pues tiene un gluten que puede ofrecer un pan demasiado duro, por eso esta harina está más recomendada para la elaboración de pasta.
No es barata, pero vale la pena probarla si te apetece. Si no, puedes usar harina de trigo normal.
Gracias y espero que me cuentes que la has hecho.
Saludos.