Llegamos al mes de septiembre y me siento contenta al volver a compartir de nuevo las propuestas en nuestro proyecto En buena Onda , proyecto que comparto con mi querida amiga Elisa, Que no te falte un perejil .
Tengo la Thermomix, bueno, ahora le han cambiado el género pero para mí es imposible a estas alturas andar con modificaciones y aunque me refiero a ella con un acrónimo, da igual, sigo considerándola mi amiga en la cocina. Llevo tantos años con ella, que ya no puedo estar sin utilizarla prácticamente todos los días y algunos de ellos, más de una vez.
Siempre comento que en casa las tortillas las solemos comer para cenar y como no somos un batallón de gente, son pequeñas y hasta puede sobrar y todo. Tal vez, la tortilla de calabacín es mi preferida porque en verano teníamos matas de calabacines verde claro y mi madre hacía tortillas muy finas que iba colocando una sobre otra. Era verano y las comíamos frías, sin más.
Entre las cajas de frutas y verduras que he estado comprando, pedí una de pitahaya sabiendo que era poco dulce pero como no la había probado nunca y estoy en modo “defensa del agricultor”, no lo dudé. Dicho agricultor es valenciano, se lanzó a cultivarla, es ecológica y bastante más barata de lo que cuesta en los supermercados.
Este verano he hecho algún helado, pero no demasiados porque los como solamente yo. En mayo y junio compré muchas cerezas porque estaban deliciosas y ya, al final de temporada, congelé mucha cantidad. De hecho, todavía me quedan en el congelador. Quitar el hueso es fácil pero cuando la cantidad es considerable te pegas una buena sentada.